Prepararse para la vuelta al cole no exige
solamente adaptarse a los nuevos hábitos que exige el día a día escolar y
hacerse con un cargamento de libros, uniformes y calzado con el que cubrir el
año académico. La casa también tendrá que adaptarse a las nuevas necesidades,
en especial la habitación de los niños, el espacio en el que más tiempo van a
pasar durante los pŕóximos nueves meses.
El dormitorio de un niño o adolescente es a la
vez zona de estudio, de descanso y de ocio, pero con una decoración acertada
podrás conseguir que cuente con un espacio preparado para realizar sus tareas
de clase y que, a la vez, se sienta cómodo para pasar allí su tiempo libre,
solo o con amigos.
1. Zona de estudio
Hay quien para ello dispone de una sala
independiente, tipo despacho o librería, pero la mayoría de los mortales la
incluyen en la misma habitación. Esté donde esté, el niño debe contar con una
zona de estudio independiente que invite a la concentración y a la
tranquilidad, sobre todo según vaya cumpliendo años y aumenten las exigencias
académicas.
Una mesa de estudio amplia, cómoda y de buena
calidad es el centro de esta zona. Si va a usar ordenador puedes optar por una
mesa de estudio con bandeja inferior y, a no ser que sea aún muy pequeño,
procura que tenga cajonera o sufrirás el desorden en poco tiempo.
La silla es muy importante, ya que va a pasar
allí muchas horas sentado y necesita, no sólo estar cómodo, sino mantener una
postura adecuada con la que su espalda no sufra. SI tienes que ahorrar es
preferible comprar una mesa de estudio barata y gastar un
poco más en la silla.
2. Mantén el orden: estanterías y zapateros
Hay varios muebles auxiliares que te van a
ayudar a mantener el orden y de los que no deberías pasar. Si no tienes espacio
para una estantería de pie puedes optar por baldas en las zonas altas de las
paredes, el niño necesita espacio para colocar sus libros y juguetes -si no
quieres que se empiecen a acumular por cualquier sitio-.
Otro de los muebles que más puede cambiar el
aspecto de una habitación es un zapatero. Si enseñas al niño desde pequeño a no
dejar los zapatos tirados sino a guardarlos allí de forma ordenada te ahorrarás
órdenes y castigos.
3. Colores suaves
A los niños les suelen gustar los colores
llamativos y alegres, pero una habitación pintada de rosa chicle empezará a ser
cansina a las pocas semanas. Para los primeros años el papel pintado puede ser
una opción genial, pero con los años habrá que rebajar el colorido.
Si quieres poner un toque de color a la
habitación del niño, decántate por tonos suaves y pastel: alegrarán el conjunto
sin resultar pesados ni hacer que el espacio pierda amplitud visualmente. Otra
opción -personalmente, mi favorita- es dejar las paredes blancas y poner las
pinceladas de color con los muebles -cajones de colores-, con los tejidos
-cortinas o alfombras- o con la decoración que vaya poniendo el propio niño.
4. Luz natural
La luz es importante en cualquier habitación,
capaz de cambiar el ambiente y hasta la sensación de amplitud, pero se
convierte en clave cuando el niño va a utilizarla como sala de estudios. Va a
pasar muchas horas allí leyendo y estudiando, así que si no quieres que su
vista se canse al forzarla, trata de colocar la mesa de estudio en un punto
donde llegue perfectamente la luz de la ventana. Completa con varios puntos de
luz artificial, como una lámpara central, un flexo en el escritorio o una
lámpara en la mesilla.
Con estos cuatro puntos tan básicos, la
habitación de los niños estará lista para olvidarse durante unos meses de los
juegos y afrontar la vuelta al cole con ganas.